La escuela marginalista y la síntesis neoclásica
keynesiana
La metodología de la escuela marginalista era principalmente
axiomática–deductiva. Se basaba en un conjunto finito de axiomas, que
permitían por medio de la lógica deductiva derivar el resto de la
estructura lógica.
La escuela marginalista basa la noción de valor en elementos
psicológicos (deseos, necesidades) y no sólo en los
costos
de
producción.
Los autores que impusieron este
método
de
pensamiento
económico durante el siglo XIX prosiguieron las
investigaciones del filósofo francés Condillac (1715-1780), que en su
obra
Tratado de
las sensaciones había esbozado una teoría subjetiva del valor.
Según Condillac, las operaciones económicas tienen únicamente origen
en los deseos de los individuos.
El inglés Stanley Jevons (1835-1882), el francés Leon Walras
(1834-1910) y el austríaco Carl Menger (1840-1921) fueron los
fundadores de las
principales
escuelas marginalistas. Los tres consideraban, al igual que Condillac,
que la intensidad de un deseo disminuye con su satisfacción, y
sostenían que para un
bien
supuestamente divisible la última
parte de
dicho
bien (la
menos deseada) determina el valor del conjunto.
Walras superó rápidamente las
pautas
marginalistas y se interesó en los estudios macroeconómicos que ponían
de
manifiesto
la interdependencia de los datos económicos.
Mientras que Jevons intenta aplicar las matemáticas para definir
el
interés
individual, Menger desarrolla en su enseñanza una poderosa corriente
de investigación marginalista que dará nacimiento a la escuela de
Viena. Ésta intenta reconstruir, a partir de la nueva noción de valor,
todos los
mecanismos
económicos. También propone una explicación del valor de los
bienes
de
producción,
del
interés,
de la
moneda,
etc.
A pesar de la diversidad de investigaciones en que se basa,
el
marginalismo intenta un nuevo
tipo de
razonamiento: el
cálculomarginal,
inspirado en el cálculo diferencial, que se sustenta en las
variaciones
límite.
De este modo
el
marginalismo no es sólo una corriente de pensamiento que
corresponde a una etapa de la historia económica, sino que aporta a la
ciencia
económica rigurosos
medios
instrumentales,
independientes de las opciones doctrinales.
A finales del siglo XIX y
principios
del XX
el
marginalismo perdió
parte de
su reputación. Al hacer de la
economía
una ciencia aparentemente neutra sus adeptos se apartaron de las
realidades concretas, en particular de las relativas a la combinación
de los
factores
de producción en el
proceso,
sumamente complejo, de la
revolución
industrial. Por otro
lado, al
reducir sus investigaciones a los deseos del hombre los marginalistas
tendieron a reforzar el individualismo propio de la
sociedad
liberal.
[]La escuela marginalista (tradición inglesa que pone el énfasis
en la teoría de la utilidad) será el antecedente más directo de la
escuela neoclásica (la tradición del equilibrio general: Walras,
Pareto) que funda la visión más formalista de la economía ortodoxa. La
metodología de la escuela marginalista era básicamente
axiomática-deductiva. El objetivo era establecer un sistema lógico
completo (libre de valores) y no el de responder a cuestiones
políticas.
La publicación, en 1936, de la
“Teoría general” de
John Maynard Keynes supuso la instauración de un nuevo paradigma
económico. La reacción de la ortodoxia fue la de tratar de incorporar
las soluciones ofrecidas por Keynes a las teorías ya existentes, de
modo tal que no entrara en conflicto con la corriente
principal.
Ésta es la razón por la que el cuerpo teórico desarrollado
durante esta época es conocido como
“síntesis neoclásica
keynesiana”.
Así, nuevos problemas metodológicos llegaron al aparecer la
urgencia de dar razón explicativa a los casos en donde el
“desequilibrio” teórico aparecía. Era preciso desarrollar
algún tratamiento explícito del desequilibrio que mostrara un proceso
dinámico que encajara en el modelo del equilibrio.